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Los Barrios de Villanueva de Ávila

El municipioLos Barrios de Villanueva de Ávila

Villanueva cuenta con 19 Barrios, que conforman un patrimonio etnológico digno de visitar.

Para más información: 

Los Barrios de Villanueva de Ávila

 

            Los Barrios son pequeñas agrupaciones de viviendas, graneros, guangos, lagares, pajeras, gallineros y establos para el ganado, construidas siempre en piedra seca, que constituían el asiento de un grupo de personas, integrado por una o varias familias, dedicados al cultivo de las propiedades próximas y pastoreo, mediante una organización económica y de vida en gran medida autónoma, cuando no independiente. Algunos de estos edificios son de uso común como pueden ser el horno, la herrería, las eras,  la escuela e, incluso, la taberna. Se trata de una sencilla organización humana que teje en torno a varios domicilios los lugares de trabajo, el ganado, huertos, prados de pasto, todo perfectamente estructurado y delimitado con paredes de piedra, y con una original red de regadío que alcanza los rincones más recónditos. La cercanía a la tierra y a los animales domésticos les proporcionaba lo necesario para sobrevivir, animados por el arraigo familiar y la limitada socialización con los escasos vecinos. El objetivo último de estas pequeñas congregaciones no era otro que llevar a cabo una agricultura y ganadería meramente de subsistencia, que se completaba con algún pequeño trueque o venta entre conocidos.

 

               Tres notas hacen singular a estas pequeñas poblaciones; la cantidad, pues se cuentan más de dieciocho núcleos dotados de cierta independencia, la organización administrativa, propia y separada del vínculo institucional del que dependían, y su conservación hasta nuestros días, siendo todavía utilizadas algunas construcciones para los usos de antaño. Pueden añadirse otros datos característicos como son el aislamiento, debido a su situación geográfica, y el empobrecimiento histórico que sufrieron por ello. El paraje montañoso y la divisoria que marcaba el Río Alberche, mantuvo a estas pequeñas aldeas en un retiro obligado hasta mediados del siglo XX.  Dichas circunstancias trajeron el tardío desarrollo de esta zona hasta conformar el actual pueblo de Villanueva de Ávila; antiguo barrio de los Arroyuelos al que llegó la electricidad y el agua corriente en los años sesenta del pasado siglo. La especial unión a la tierra, entendido como medio de sostenimiento, y la autonomía, tanto física como administrativa, configuran la esencia de los barrios.

               Las edificaciones, el entorno y la singular sociedad creada en este apartado rincón de nuestra Comunidad merecen la oportunidad de ser conocidas y recordadas como el origen de lo que hoy son muchos pueblos del centro de España. Por todo lo anterior, entendemos que constituye una original manifestación de forma de vida y de relación del hombre con el medio, que ha perdurado hasta la actualidad y cuya conservación se hace posible y necesaria como Patrimonio Etnográfico.

               Este legado debe proyectarse a la sociedad y formar parte del acervo cultural de Castilla y León mediante la declaración administrativa, objeto de este escrito, que lo pondría en valor y lo protegería, sin perjuicio de ser valorado y reconocido a nivel europeo si así se estimase.

 

LA HISTORIA.

 

                El origen de la población y asentamientos en el área de la actual Villanueva de Ávila es el mismo, como no podía ser de otra manera, que el de toda la comarca y más concretamente que el de Navatalgordo, pues ha formado parte de él hasta su segregación y constitución en municipio independiente en el año 1991. No pretendemos hacer, por tanto, consideraciones ni investigación alguna sobre ello, pues ha sido ampliamente tratado en numerosísimos estudios y trabajos y todos  vienen a coincidir en lo esencial (a principios del Siglo XII al erigirse  la Abadía, alcanzando carta de  naturaleza en 1275 con la creación del Concejo de Burgohondo, que comprende Navatalgordo -Villanueva de Ávila hasta su constitución en municipio, ha formado parte de su ayuntamiento- y otras siete navas  más), sino sobre el origen de la población en esta  zona concreta y su  forma de vida y relación con el medio, transformándolo y  adaptándolo en función de  sus necesidades, lo que ha hecho de ella un área etnográfica diferenciada de todo su entorno y que , en estado de casi perfecta conservación, ha llegado hasta nosotros.

       Focalizando el trabajo en el origen del asentamiento de la población en  el área que conforma el actual término municipal de Villanueva de Ávila hemos de decir que, evidentemente  también de igual forma que al resto de la comarca e, incluso, que el resto de España, está relacionado con el régimen jurídico de la tierra y este régimen jurídico fue el propiamente medieval, a través de señoríos, censos e instituciones semejantes hasta y su evolución posterior  hasta su abolición definida en el siglo XIX. Así, la propiedad pertenecía la nobleza  y el dominio útil y su explotación a las cultivadores directo que es lo que constituye, grosso modo, un  censo enfitéutico;  y  en base a ello, podemos  concluir que la concreta área a que nos referimos, montañosa, fría y  poco fértil,  debió de dedicarse a la ganadería y permanecer durante siglos habitada solo temporalmente y de forma transitoria por las persos encargadas del pastoreo de ganado  en las épocas menos frías del año, asentándose la p oblación en la otra parte del río Alberche, más cálida y fértil y apta para el cultivo. Por tanto, no existió población en la zona de modo permanente hasta que, ya en el siglo XIX, con la extinción de los censos y otras figuras propiamente medievales, los habitantes accedieron a la propiedad y ya sí fijaron su residencia permanente en el territorio, surgiendo así los núcleos de población que conforman el actual área etnográfica.

        Así, al menos desde 1527 hasta su redención en fecha no determinada, el régimen jurídico de la tierra en del área al que nos referimos fue el propio del censo enfitéutico, en virtud del cual la propiedad (dominio directo) de la tierra pertenecía al Marqués de las Navas y el dominio útil a los pobladores ocasionales dedicados al pastoreo y a una mínima agricultura. Hay una inscripción de un censo enfitéutico en el Registro de la Propiedad en el año 1912, que nos remite y  con detalle a  este mismo censo, constituido en el año 1527, que incluye a toda la comarca y comprende todos cada uno de los pueblos, que transcribimos a continuación.

 

          En efecto, la inscripción 1º, finca 400, de la sección correspondiente a Villanueva de Ávila del Registro de la Propiedad dice:

“Censo enfitéutico de veintinueve mil cuarenta y nueve pesetas  cincuenta céntimos de capital y de mil ciento sesenta y seis  pesetas de rédito anual, al plazo de  veintiséis de septiembre de cada año, que los pueblos de Burgohondo, Hoyocasero, Navalacruz, Navatalgordo, Navarredondilla, Navalosa, Navaquesera,  Navarrevisca y Navaluenga, los ocho primeros  pertenecientes al partido judicial de Ávila y el último  al de Cebreros, todos los cuales  forman el Concejo de la Abadía de Burgohondo, constituyeron por escritura de ocho de  abril del  año mil quinientos veintisiete, otorgada ante Fernán Blázquez de la  Plata, a favor del señor don Pedro Dávila, Señor de Villafranca  y de las Navas y Montefrío…”

 

          En definitiva, todas las tierras pertenecían al indicado noble Pedro Dávila, que se reservó la propiedad directa pero la propiedad útil pertenecía a los habitantes instalados en la tierra que cultivaban, a cambio de una renta, que en origen fue de 29049 pesetas cincuenta céntimos (hemos de suponer que en su equivalente en moneda de la época, pues la peseta está referida al momento de la inscripción -año 1912-). El censo originario, que abarcaba la totalidad de las navas, con el tiempo fue circunscribiéndose al territorio de cada pueblo y dentro de cada uno, explotándose seguramente por zonas, ocupando primero las extensiones más fértiles y con mejores pastos. En el caso de Las Umbrías de Navatalgordo (posteriormente Villanueva de Ávila), su lejanía del pueblo, su carácter montañoso, su clima frío y su escaso valor agrícola, probablemente ocasionaran  que la población asentada en ellas fuese de las últimas en llegar (según el árbol genealógico, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX) y la primera que ya no regresaba al municipio cada día, por lo que poco a poco fue perdiendo su vinculación con él -conformando así cada vez mayores centros de viviendas y corrales y ganando terreno cultivable a  la montaña- (primero como cultivadores de la tierra como censatarios y posteriormente  ya como propietarios por la redención y pago del censo en algún momento del siglo XIX) hasta llegar a tener tanta población como el propio ayuntamiento del que dependía y  formar el núcleo primero origen de Villanueva de Ávila,  manteniendo a la vez y hasta hace pocos años la vida y la actividad en cada uno de los asentamientos o Barrio.

          Desconocemos la fecha exacta y la forma en que finalizó el censo enfitéutico que permitió el acceso a la propiedad y el asentamiento definitivo de la población  en esta zona, pero hemos de decir que la extinción general de las instituciones medievales  en toda España se llevó a cabo  por las Cortes de Cádiz, mediante  Decreto de  6 de agosto de 1811, ratificado posteriormente por la Ley de  26 de agosto  de 1837, en otro periodo liberal, que dispuso la definitiva disolución del régimen señorial en España y, en el caso que nos ocupa, si es que no había finalizado ya, del censo enfitéutico del que venimos hablando y en consecuencia, del acceso a la propidad de los cultivadores  de la tierra de la zona. Por tanto, estamos hablando de la primera mitad del siglo XIX, fechas coincidentes con los datos del Registro Civil, del Registro de la Propiedad y de los registros parroquiales de nacimientos y defunciones.

          Todo ello  explica, además, que la estructura de  propiedad de las tierras de esta zona esté constituida por y basada en minifundios, transmitidos  y divididos  por herencia como propiedad, una vez extinguido el censo enfitéutico, partiendo de no muchas familias, hasta nuestros días. Y explica también la existencia de fincas comunes (la Sierra), en régimen de comunidad  de la que  muchas familias son copropietarias. Y es el motivo, también, de que cada uno de Los Barrios esté conformado por pocas familias, y todos descendientes de en antepasado común que probablemente consiguió la propiedad de la tierra que él y sus ascendientes, llevaban  tiempo cultivando y pastoreando, cuando se extinguió el censo.

           Por tanto, a modo de conclusión, fácil es deducir que la inscripción acredita que el asentamiento de  de la población en la zona se hizo de esta forma y así fue al menos hasta la primera mitad del siglo XIX. Consideramos esta circunstancia fundamental, pues determina la adquisición futura de la propiedad de la tierra y, como decíamos, unido al escaso valor agrícola del terreno y su alejamiento de Navatalgordo, explica la conformación de Los Barrios y su conservación actual. En algún momento de este periodo, la población asentada en esta zona para el cultivo de la tierra –es de destacar, insistimos, que es la más montañosa y la menos productiva, por lo que hay que colegir que los primero  asentamientos lo fueron de gente dedicada al cuidado del ganado - fue, en los pocos espacios aptos, cultivando también parte de la tierra, primero, como censatarios y después como propietarios. Hay documentado un árbol genealógico que indica que la población actual procede de pocas familias, venidas en su mayoría del este de Ávila, que se asentaron la zona en el siglo XVIII, cuyos descendencia llega hasta hoy y que conformaron los actuales barrios, asentándose en los puntos concretos, seguramente los más aptos para ello y los más cercanos a sus  cultivos y pastos para sus ganados. Son estos puntos concretos, por esa proximidad a los cultivos y  a los pastos, los que constituyen los actuales Barrios que,  muy lejanos  en términos  de la época (la distancia de unos 18 kilómetros no era para recorrerla  a diario) fueron adquiriendo  a una vida  económica y organizativa casi autónoma  e independiente de Navatalgordo.  Y  estos parajes, transformados por la acción  de  sus habitantes a lo largo del tiempo, así como el conjunto de sus inmuebles, generalmente agrupados pero también dispersos y sus instalaciones  complementarias –sistemas de regadío, construcciones en piedra seca-  y vinculadas a la forma de vida tradicional de sus habitantes a lo largo de los años   que llamamos Barrios, no son un fenómeno  exclusivo de Villanueva de Ávila, pero sí lo es el hecho de  que en número tan elevado y en tan buen estado de conservación hayan llegado hasta nosotros, por lo que entendemos que constituyen un riqueza etnográfica merecedora de reconocimiento y protección como patrimonio de la Junta de Castilla y León, en  alguna de la formas previstas en al normativa que lo regula.

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